Los chinos solían meter entre sus sábanas unos pequeños sacos rellenos con materiales aromáticos secos, en sus domicilios quemaban el incienso y se bañaban en aguas perfumadas. También existía una curiosa costumbre de repartir entre los participantes de las fiestas nocturnas un trozo de papel calado con aroma de jazmín, el cual tenía que disimular el aroma ocasionado por el abuso del alcohol.
El perfume de base alcohólica y aceites esenciales, tal como está conocido hoy día, surgió a fines del siglo XVI. Fue famosa el “agua de la Reina de Hungría”, Según las creencias populares la receta para elaborar este perfume fue regalada a la reina por un monje.